San Nicolás de Mira,
obispo
Fecha: 6
de diciembre
†: s. IV - país: Turquía
Otras formas del nombre:
Nicolás de Myra, Nicolás de Bari, Papá Noël, Santa Klaus
Canonización:
pre-congregación
Hagiografía:
«Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: San
Nicolás, obispo de Mira, en Licia, famoso por su santidad y por su intercesión
ante el trono de la divina gracia.
Patronazgos: patrono
de decenas de oficios, profesiones y estados, sólo se mencionan aquí algunos:
boticarios y farmacéuticos, arqueros, panaderos, toneleros, barqueros,
fabricantes de cerveza, novias, novios y recién casados, cautivos, niños,
jueces, pescadores, portuarios, harineros, estibadores, comerciantes, asesinos
arrepentidos, perfumeros, solteronas, prestamistas, pobres, encarcelados,
viajeros. Y de muchísimos países, territorios y ciudades; sólo de países,
mencionamos Países Bajos, Grecia, Rusia; en Italia no lo es oficialmente del
país, pero casi no hay región o ciudad donde no sea patrono o copatrono.
Llamado también "San Nicolás de Bari" por su especial patronazgo de
esa ciudad. Patrono de la Universidad de París. Protector contra la pena de
prisión, contra robos y ladrones, pérdidas injustas.
Tradiciones, refranes, devociones: Su presencia en las tradiciones populares
es, sencillamente, imposible de reseñar: se trata de mismísimo «Papá Noël»,
Santa Klaus, San Nicolás (o solamente «Santa» en los países anglos, y a través
de ellos en casi todo el mundo).
No es reciente ni un
invento comercial, sino que la asociación de san Nicolás con la gratuita
Providencia divina (que se significa especialmente en los regalos navideños y
su asociación simbólica con el árbol apocalíptico que da frutos en todo tiempo)
es tan antigua como el personaje mismo, y se trata de tradiciones tan
cristianas como el Belén o los Reyes Magos, con el mismo nivel de ingenuidad y
el mismo peligro de materialismo que cualquier otra de las tradiciones
navideñas.
En las áreas católicas de
las regiones germanas o su influencia, se sale la noche del 5 de diciembre a la
«caza de San Nicolás»; es una fiesta muy popular, donde participan mucho los
niños: lo buscan con linternas de papel muy vistosas, hasta que finalmente
aparece san Nicolás, con lo que da «oficialmente» inicio el tiempo de Navidad.
Refrán
meteorológico (de España): «Por san Nicolás, la nieve en lo
llano.»
La gran veneración que se
ha profesado al santo durante tantas generaciones y el número de iglesias y
altares que se le han dedicado en todas partes, son el mejor testimonio de su
santidad y de la gloria de que goza con Dios. Según se dice, nació en Patara de
Licia, una antigua provincia del Asia Menor. La capital, Mira, próxima al mar,
era una sede episcopal. Cuando quedó vacante, Nicolás fue elegido obispo y allí
se hizo famoso por su extraordinaria piedad, su celo y sus sorprendentes y
numerosos milagros. Los relatos griegos sobre su vida afirman que estuvo
encarcelado por la fe y la confesó gloriosamente, al fin de la persecución de
Diocleciano. San Nicolás asistió al Concilio de Nicea, donde se condenó al
arrianismo. El silencio que guardan algunos autores sobre estos datos los hacen
sospechosos. El santo murió en Mira y fue sepultado en su catedral.
Este conciso resumen de
Alban Butler nos dice cuanto se sabe sobre la vida de san Nicolás y poco más.
En realidad, lo único que parece seguro es que fue obispo de Mira en el siglo
IV. Sin embargo, no escasean los materiales biográficos, como la biografía que
se atribuye a san Metodio, patriarca de Constantinopla, quien murió el año 847.
Pero el biógrafo afirma que «hasta el presente, la vida de este distinguido
pastor ha sido desconocida para la mayoría de los fieles» y, en consecuencia,
trata de llenar esa laguna, casi cinco siglos después de la muerte del santo.
Dicha biografía es la más fidedigna de las fuentes «biográficas», sobre las que
se ha escrito mucho, desde el punto de vista crítico y desde el expositivo. La
fama de que ha disfrutado san Nicolás durante tantos siglos, exige que hablemos
sobre estas leyendas.
Se dice que desde la más
tierna infancia Nicolás sólo comía los miércoles y los viernes por la tarde,
según los cánones. «Sus padres le educaron extraordinariamente bien, y el niño
siguió el ejemplo que ellos le daban. La Iglesia le cuidó con la solicitud con
que la tórtola cuida a sus polluelos, de suerte que conservó intacta la
inocencia de su corazón». A los cinco años de edad, empezó a estudiar las
ciencias sagradas: «día tras día, la doctrina de la Iglesia iluminó su
inteligencia y despertó su ansia de conocer la verdadera religión». Sus padres
murieron cuando él era todavía joven y le dejaron una herencia considerable.
Nicolás decidió consagrarla a obras de caridad. Pronto se le presentó la
oportunidad: un habitante de Patara había perdido toda su fortuna y tenía que
mantener a sus tres hijas, pues éstas no podían casarse sin dote. El pobre
hombre pensaba ya en dedicar a sus hijas a la prostitución para poder comer.
Cuando Nicolás se enteró de ello, tomó una bolsa con monedas de oro y, al
amparo de la oscuridad de la noche, la arrojó por la ventana en la casa de
aquel hombre. Con ese dinero, se casó la hija mayor. San Nicolás hizo lo mismo
por las otras dos. El padre de las jóvenes se puso al acecho en la ventana, descubrió
a su bienhechor y Ie agradeció expresivamente su caridad. Según parece, con el
tiempo, los artistas confundieron las tres bolsas de oro con tres cabezas de
niño; de allí nació la absurda leyenda de que el santo había resucitado a tres
niños a los que un posadero había asesinado y sepultado en un montón de sal.
San
Nicolás llegó a la ciudad de Mira precisamente cuando el
clero y el pueblo celebraban una reunión para elegir obispo. Dios hizo
comprender a los electores que san Nicolás era el hombre indicado para el
cargo. Era por entonces el principio del siglo IV, cuando se desencadenaron las
persecuciones; «como. Nicolás era el principal sacerdote de los cristianos en
esa ciudad y predicaba con toda libertad las verdades de la fe, fue arrestado
por los magistrados, quienes le mandaron torturar y le arrojaron cargado de
cadenas en la prisión, con otros muchos cristianos. Pero cuando el grande y
religioso Constantino, elegido por Dios, fue coronado con la diadema imperial
de los romanos, los prisioneros fueron puestos en libertad. También el ilustre
Nicolás recobró la libertad y pudo regresar a Mira». San Metodio afirma que
«gracias a las enseñanzas de Nicolás, la metrópolis de Mira fue la única que no
se contaminó con la herejía arriana y la rechazó firmemente, como si fuese un
veneno mortal». Pero dicho autor no dice que el santo haya asistido al Concilio
de Nicea el año 325. Según otras tradiciones, san Nicolás no sólo asistió al
Concilio, sino que dio a Arrio una bofetada en pleno rostro. En visto de ello,
los Padres conciliares le privaron de sus insignias episcopales y le
encarcelaron. Pero el Señor y su Santísima Madre se le aparecieron allí, le
pusieron en libertad y le restituyeron a su sede. San Nicolás tomó también
medidas muy severas contra el paganismo y lo combatió incansablemente.
Destruyó, entre otros, el templo de Artemisa, que era el principal de la
provincia, y los malos espíritus salieron huyendo ante él. El santo protegió
también a su pueblo en lo temporal: el gobernador Eustacio había sido sobornado
para que condenase a muerte a tres inocentes. En el momento de la ejecución,
Nicolás se presentó, detuvo al verdugo y puso en libertad a los prisioneros. En
seguida, se volvió a Eustacio y le reprendió, hasta que éste reconoció su
crimen y se arrepintió. En esa ocasión estuvieron presentes tres oficiales del
imperio que iban de camino a Frigia. Cuando dichos oficiales volvieron a
Constantinopla, el prefecto Ablavio, que les tenía envidia, los mandó
encarcelar por falsos cargos y consiguió que el emperador Constantino los
condenase a muerte. Al saberlo, los tres oficiales, recordando el amor de la
justicia de que había dado muestras el poderoso obispo de Mira, pidieron a Dios
que los salvase de la muerte por sus méritos e intercesión. Esa misma noche,
san Nicolás se apareció en sueños a Constantino y le ordenó que pusiese en
libertad a los tres inocentes. También se apareció a Ablavio. A la mañana
siguiente el emperador y el prefecto tuvieron una conferencia, mandaron llamar
a los tres oficiales, y los interrogaron. Cuando Constantino supo que habían
invocado a san Nicolás, los puso en libertad y les envió al santo obispo con
una carta en la que le rogaba que no volviese a amenazarle y que orase por la
paz del mundo. Durante mucho tiempo, ése fue el milagro más famoso de san
Nicolás, y prácticamente lo único que se sabía sobre él en la época de san
Metodio.
Todos los relatos afirman
unánimemente que san Nicolás murió y fue sepultado en Mira. En la época de
Justiniano (s. VI), se construyó en Constantinopla una basílica en honor del
santo. Un autor griego anónimo del siglo X dice que «el Oriente y el Occidente
le aclaman unánimes. Su nombre se venera y se construyen iglesias en su honor
en dondequiera que hay seres humanos: en la ciudad y en el campo, en los
pueblos, en las islas y en los extremos de la tierra. En todas partes hay
imágenes suyas, se predican panegíricos en su honor y se celebran fiestas.
Todos los cristianos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, niños y niñas,
respetan su memoria e imploran su protección. Y el santo derrama beneficios sin
límite a través de las generaciones, entre los escitas, los indios, los
bárbaros, los africanos y los italianos». Cuando Mira y su santuario cayeron en
manos de los sarracenos, varias ciudades italianas se disputaron el honor de
rescatar las reliquias del santo. La rivalidad se manifestó particularmente
entre Venecia y Bari y, finalmente, ganó esta última. Las reliquias, robadas
bajo las narices de los guardias griegos y mahometanos, llegaron a Bari el 9 de
mayo de 1087. En su honor se construyó una iglesia, y el Papa Urbano II asistió
a la consagración. La devoción de San Nicolás existía en el Occidente desde
mucho antes de la translación de sus reliquias, pero este acontecimiento
contribuyó naturalmente a popularizar la devoción, y en Europa comenzó a
hablarse de los milagros del santo tanto como en Asia. En Mira, se decía que
«el venerable cuerpo del obispo, embalsamado en el aceite de la virtud, sudaba
una suave mirra que le preservaba de la corrupción y curaba a los enfermos,
para gloria de aquél que había glorificado a Jesucristo, nuestro verdadero
Dios». El fenómeno no se interrumpió con la translación de los restos; según se
dice, el «maná de San Nicolás» sigue brotando en nuestros días, y ello
constituye uno de los atractivos principales para los peregrinos que acuden de
toda Europa.
La imagen de san Nicolás
aparece más frecuentemente que ninguna otra en los sellos bizantinos. Al fin de
la Edad Media, había en Inglaterra más de 400 iglesias dedicadas al santo. Se
dice que, después de la Santísima Virgen, San Nicolás es el santo al que los
artistas cristianos han representado con más frecuencia. En el Oriente se le
venera entre otras cosas, como patrono de los marineros; en el Occidente, como
patrono de los niños. Probablemente, el primero de esos patrocinios se originó
en la leyenda que afirma que san Nicolás se apareció durante su vida a unos
marineros que le habían invocado en una tempestad, frente a las costas de Licia
y los llevó sanos y salvos al puerto. Los navegantes del mar Egeo y los del
Jónico, siguiendo la costumbre de Oriente, tienen una «estrella de San Nicolás»
y se desean buen viaje con estas palabras: «Que san Nicolás lleve el timón». De
la leyenda de los tres niños se deriva el patrocinio de san Nicolás sobre los
niños y muchas otras prácticas, así eclesiásticas como seculares, relacionadas
con ese incidente; tales, por ejemplo, el «niño-obispo» y la costumbre de hacer
regalos en la Navidad, originariamente tan común en Alemania, Suiza y los
Países Bajos, en lugar de la más latina de hacerlos por Epifanía. Dicha
costumbre fue popularizada en los Estados Unidos por los protestantes
holandeses de Nueva Ámsterdam, que convirtieron al santo «papista» en un mago
nórdico (Santa Claus, Sint Klaes, San Nicolás). La liberación de los tres
oficiales imperiales hace que los prisioneros invoquen a san Nicolás. A este
propósito se contaban muchos milagros del santo en la Edad Media.
Por curioso que parezca,
en Rusia, san Nicolás es todavía más popular que en los países del Mediterráneo
oriental y el noroeste de Europa. En efecto, san Andrés Apóstol y san Nicolás
son los dos patronos de Rusia, y la Iglesia ortodoxa rusa celebra la fiesta de
la traslación de las reliquias. Antes de la Revolución rusa, había tantos
peregrinos rusos en Bari, que su gobierno mantenía en dicha ciudad una iglesia,
un hospital y un albergue. El santo es también patrono de Grecia, Apulia,
Sicilia y Lorena, así como de innumerables diócesis, ciudades e iglesias. La
basílica romana de San Nicolás in Carcere fue construida entre el fin del siglo
VI y el comienzo del VII. El nombre del santo figura en la preparación de la
misa bizantina. Al final del siglo XX, la basílica de San Nicolás de Bari,
confiada por el papa Pío XII a los dominicos, es lugar de reunión entre las
Iglesias de Oriente y Occidente, y funciona allí el Instituto Ecuménico de
Teología San Nicolás.
Durante el siglo XX se han
publicado dos estudios muy buenos sobre el santo y su culto: el primero es el
de G. Anrich, Hagios Nikolaos... in der griechischen Kirche (2 vols, 1917), en
él se encontrarán todos los textos griegos de algún interés, mucho mejor
editados que en Falconius o Migne, con introducción y notas muy copiosas; el
segundo estudio es el de K. Meisen. Nikolauskult und Nikolausbrauch im
Abendlande (1931), en el que hay muchas ilustraciones. Véase sobre este último
Analecta Bollandiana, vol. I (1932), pp. 178-181, donde se hace notar que uno
de los textos publicados por Meisen está tomado de un manuscrito del siglo IX,
lo cual prueba que la leyenda de san Nicolás era conocida en Occidente dos
siglos antes de la translación de las reliquias a Bari. Acerca del emblema de
San Nicolás, y su figura en el arte, cf. Künstle, Ikonographie, vol. II.
Las imágenes muestran sólo
unos pocos ejemplos de la vastísima iconografía de san Nicolás, no sólo en el
arte sino también en sellos postales, envoltorios de chocolatinas navideñas,
estampitas devocionales, etc.
La última imagen, que
agregamos en julio del 2010, reproduce un ícono de san Nicolás de fines del XVI
o principio del XVII, que estaba en la Torre de San Nicolás, en el Kremlim de
Moscú, y que al llegar la revolución de 1917 algún alma piadosa tapó con
estuco, para evitar su destrucción. Aunque deteriorado, fue redescubierto en
julio del 2010; ésta es la primera foto que publicaron los periódicos.
fuente:
«Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedido
5299 veces
ingreso
o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo
son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha
sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y
servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar
esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el
siguiente enlace: https://www.eltestigofiel.org/index.php?idu=sn_4426
No hay comentarios:
Publicar un comentario