Bienaventurada Virgen
María de Guadalupe en México
Páginas: Novena | Oración |Novena II
Fecha: 12
de diciembre
Hagiografía: Abel
Della Costa
Elogio: Bienaventurada
Virgen María de Guadalupe en México, cuyo gran maternal auxilio implora con
humildad el pueblo en la colina de Tepeyac, cerca de la ciudad de México, donde
apareció. Ella brilla como una estrella que invita a la evangelización de los
pueblos, y es invocada como protectora de los indígenas y de los pobres.
Patronazgos: el
Papa Benedicto XIV la proclama Patrona de México en 1754, recibe la coronación
pontificia en 1895, y en 1945 el Papa Pío XII la proclama Patrona de América
Latina.
Refieren a este santo: San
Juan Diego Cuauhtlatoatzain
Oración: Dios,
Padre de misericordias, que constituiste a tu pueblo bajo el singular
patrocinio de la Santísima Madre de tu Hijo, concede a todos los que invocan a
la Bienaventurada Virgen de Guadalupe, que con más alegre fe busquen el
progreso de los pueblos por caminos de justicia y de paz. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
Sin duda que la aparición
de la Virgen María como Nuestra Señora de Guadalupe de México es un gran
acontecimiento; «El gran suceso» se llama originalmente el relato del milagro
que conocemos habitualmente como «Nican mopohua», del que luego hablaremos. Es
un gran suceso para México, para la iglesia de toda América, y por lo tanto
también para Iglesia universal. Lo que tenemos como vestigios del milagro son:
·el contundente testimonio
de la tilma de Juan Diego con la bella imagen de la Virgen admirablemente
impresa,
·el relato del milagro en
lengua nahuatl, en el texto conocido como «Nican mopohua»,
·y un aspecto fundamental
en cualquier milagro, que es la recepción, la conversión obrada en el corazón
de los hombres y de los pueblos por la presencia transformadora de lo Divino.
El milagro es siempre «milagro para alguien», Dios no habla ni desde el vacío
ni al vacío, sino a unos hombres concretos que están atravesando situaciones
concretas, y en esas situaciones el milagro trae una palabra que es de Dios y
que nos alienta a continuar.
Si sólo tuviéramos la
tilma, se trataría de una curiosidad, si sólo el Nican mopohua, se trataría de
literatura folclórica para analizar las ideas y creencias de una época, pero a
uno y otro les faltaría el corazón, que es que el acontecimiento guadalupano se
perpetúa en la fe de México y de toda la Iglesia de América de que el destino
de esa tierra es cosa de Dios. Puede que algunas veces lo percibamos como un
destino escondido: tierra castigada por la ambición de hombres despreciables.
Pero sabemos que lo escondido es a menudo cosa de Dios, y no lo sabemos sólo
con la mente sino porque allí está «el gran suceso» que da una esperanza viva a
esta tierra, la esperanza de que finalmente lo que parece débil resulta lo
auténticamente fuerte, lo despreciado es quien recibe la corona, y una Virgen
es quien da por completo a luz a quien es la Luz.
El relato de los hechos
ocurridos en 1531, de las sucesivas apariciones de la Virgen a Juan Diego en la
ladera del Tepeyac, las entrevistas con el obispo Zumárraga y la milagrosa
impresión de la tilma del indio, se nos ha transmitido en principio por tradición
oral (el propio Juan Diego era iletrado), aunque al poco tiempo comenzó a
ponerse por escrito. No es posible establecer exactamente cuándo, ya que no se
sabe quién fue el autor, si Antonio Valeriano (1520-1605) o Fernando de Alva
Ixtlilxóchitl (1568-1648); los dos fueron personas de vasta cultura: de Antonio
Valeriano se sabe que dominaba el nahuatl, por ser su lengua nativa, pero
también el español y el latín académico, y Fernando de Alva, por su parte, era
historiador indigena comisionado por la propia España para recopilar la
historia indígena. Lo cierto es que de Nican Mopohua tenemos una primera
edición publicada en 1649 por el bachiller Luis Lasso de la Vega, vicario de la
capilla de la Virgen. Ésa es la edición que es base para las traducciones hasta
la actualidad, y que lleva por título «Huei tlamahuizoltica», «por un gran
suceso». No obstante la obra se conoce habitualmente como «Nican mopohua», que
son las dos primeras palabras del texto y que significan «aquí se cuenta».
Reproducimos a
continuación algunos fragmentos del Nican mopohua, pero invitando a todos a
continuar leyendo el texto en alguno de los proyectos guadalupanos que con
mucha devoción y no menor seriedad se están desarrollando en internet en
relación a este texto, sus contexto histórico, traducciones, etc.:
Nican mopohua, motecpana,
in quenin yancuican hueytlamahuizoltica monexiti in cenquizca ichpochtli Sancta
Maria Dios Inantzin tocihuapillatocatzin, in oncan Tepeyacac, motenehua
Guadalupe.
Acattopa quimottititzino
ce macehualtzintli itoca Juan Diego; Auh zantenpan monexiti in
Itlazoixiptlatzin in ixpan yancuican Obispo Don Fray Juan de Zumárraga.
Aquí se cuenta, se ordena,
cómo hace poco, en forma por demás maravillosa, el amor de la perfecta Virgen
Santa María, Madre de Dios, nuestra venerable Señora y Reina, la hizo visible
allá en el Tepeyac, que se conoce [ahora] como Guadalupe. En un principio se
dignó dejarse ver de un indito de nombre Juan Diego, y, al final, su amor nos
entregó su preciosa y amada imagen en la presencia del reciente Obispo Don Fray
Juan de Zumárraga.
[..]
164.- Le dijo con gran
respeto: «-Mi Señor, Gobernante, ya hice, ya cumplí lo que tuviste a bien
mandarme,
165.- y así tuve el honor
de ir a comunicarle a la Señora, mi Ama, la Reina del Cielo, venerable y
preciosa Madre de Dios, que tú respetuosamente pedías una señal para creerme, y
para hacerle su templecito, allí donde tiene la bondad de solicitarte que se lo
levantes.
166.- Y también tuve el
honor de decirle que me había permitido darte mi palabra de que tendría el
privilegio de traerte algo como señal, como prueba de su venerable voluntad,
conforme a lo que tú te dignaste indicarme».
167.- «Y tuvo a bien oír
tu venerable aliento, tu venerable palabra y se prestó gustosa a tu solicitud
de alguna cosa como prueba, como señal, para que se haga, se ejecute su amada
voluntad.
168.- Y hoy, siendo aún
noche cerrada, se sirvió mandarme que tuviera el honor de venir de nuevo a
verte.
169.- Y yo me honré
pidiéndole algo como su señal para que fuera creído, conforme a lo que me había
dicho que me daría, y de inmediato, pero al instante, condescendió en
realizarlo,
170.- y se sirvió enviarme
a la cumbre del cerrito, donde antes había tenido el honor de verla, para que
fuera a cortar flores diferentes y preciosas».
171.- «Y luego que tuve el
privilegio de ir a cortarlas, se las llevé abajo.
172.- Y se dignó tomarlas
en sus manecitas,
173.- para de nuevo
dignarse ponerlas en el hueco de mi tilma,
174.- para que tuviera el
honor de traértelas y sólo a ti te las entregara».
175.- «Pese a que yo sabía
muy bien que la cumbre del cerrito no es lugar donde se den flores, puesto que
sólo abundan los riscos, abrojos, espinas, nopales escuálidos, mezquites, no
por ello dudé, no por eso vacilé.
176.- Cuando fui a
alcanzar la cumbre del montecito, quedé sobrecogido: ¡Estaba en el paraíso!.
177.- Allí estaban
reunidas todas las flores preciosas imaginables, de suprema calidad, cuajadas
de rocío, resplandecientes, de manera que yo -emocionado- me puse en seguida a
cortarlas.
178.- Y se dignó
concederme el honor de venir a entregártelas, que es lo que ahora hago, para
que en ellas te sirvas ver la señal que pedías, para que te sirvas poner todo
en ejecución.
179.- Y para que quede
patente la verdad de mi palabra, de mi embajada,
180.- ¡Aquí las tienes,
hazme el honor de recibirlas!»
181.- Y en ese momento
desplegó su blanca tilma, en cuyo hueco, estando de pie, llevaba las flores.
182.- Y así, al tiempo que
se esparcieron las diferentes flores preciosas,
183.- en ese mismo
instante se convirtió en señal, apareció de improviso la venerada imagen de la
siempre Virgen María, Madre de Dios, tal como ahora tenemos la dicha de
conservarla,
184.- guardada ahí en lo
que es su hogar predilecto, su templo del Tepeyac, que llamamos Guadalupe.
185.- Y tan pronto como la
vio el señor Obispo, y todos los que allí estaban, se arrodillaron pasmados de
asombro,
186.- se levantaron para
verla, profundamente conmovidos y convertidos, suspensos su corazón, su
pensamiento.
187.- Y el señor Obispo,
con lágrimas de compunción le rogó y suplicó le perdonara por no haber
ejecutado de inmediato su santa voluntad, su venerable aliento, su amada
palabra.
188.- Y poniéndose de pie,
desató del cuello la vestidura, el manto de Juan Diego,
189.- en donde se dignó
aparecer, en donde está estampada la Señora del Cielo,
190.- y en seguida, con
gran respeto, la llevó y la dejó instalada en su oratorio.
191.- Y todavía un día
entero pasó Juan Diego en casa del Obispo, él tuvo a bien retenerlo.
192.- Y al día siguiente
le dijo: «-¡Vamos! para que muestres dónde es la voluntad de la Reina del Cielo
que le erijan su templecito».
193.- De inmediato se
convidó gente para hacerlo, para levantarlo.
Para continuar leyendo:
Hay muchos proyectos guadalupanos en internet. Para conocer mejor el Nican
Mopohua, en esta página está el texto completo en la muy difundida traducción
del P. Mario Rojas, editada en 1978, que es de donde hemos tomado los
fragmentos que presentamos. esta página forma parte del magnífico
ProyectoGuadalupe.com, que viene creciendo desde hace 5 años, y ofrece no sólo
el texto del Nican mopohua original y diversas traducciones con numeración
comparable, mención de fuentes, etc... sino además textos valiosísimos que
contextualizan el milagro, por ejemplo una carta al rey felipe II de los indios
de México pidiéndole ciertas exenciones de servicios comunitarios por la
necesidad de dedicar tiempo a la construcción del templo, carta enviada mucho
antes de que el milagro comenzara a tomar su forma narrativa fija; y esto por
citar sólo alguna de las auténticas golosinas guadalupanas que ofrece ese
sitio. También, por supuesto, la propia Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe
ofrece información detallada sobre el milagro, el Nican mopohua, y también
sobre aspectos actuales de la devoción guadalupana, en particular deseo recoger
y recomendar un apartado dentro de ese mismo sitio de la Basílica que muestra
en una presentación «flash» muy bien hecha todos los detalles de la imagen, y
aspectos de su posible simbolismo. Nota de 2013: lamentablemente, el Proyecto
Guadalupe parece haber cerrado como sitio de internet, pero alguien recogió
aquí la lista de documentos, y aunque no son inmediatamente accesibles, sirven
como inicio de una búsqueda.
Las imágenes mostradas
aquí son, en orden: la portada de la primera edición, en nahuatl, del Nican
mopohua, realizada en 1649; luego dos fragmentos que contienen dos momentos del
milagro: la recogida de las rosas y la antrevista con el Obispo en el que se
produce el milagro de la tilma; esos dos fragmentos provienen del cuadro
mostrado entero al final, obra del siglo XVIII, titulada «Virgen de Guadalupe
con San Miguel y San Gabriel», óleo sobre tela de autor anónimo mexicano, de 60
X 85 cm. Este conjunto pictórico de la imagen, los dos arcángeles y momentos
escogidos de la narración parecen formar una constante en la iconografía
guadalupana; he escogido este cuadro porque es de hechura rústica y difícil de
conseguir en internet, pero en la iconografía de la Virgen que puede recorrerse
en los proyectos mencionados se encontrarán varios de los siglos XVII a XIX con
similar composición.
Estas
biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una
fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia
completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor,
al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel)
y el siguiente enlace: https://www.eltestigofiel.org/index.php?idu=sn_4485
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