Santa Teresa Benedicta de
la Cruz
(Edith
Stein), virgen y mártir
Fecha: 9 de agosto
n.: 1891 - †: 1942 - país: Polonia
Canonización: B: Juan Pablo II 1 mayo 1987 - C: Juan Pablo II 11 oct 1998
Hagiografía: Vaticano
Elogio: Fiesta
de santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith) Stein, virgen de la Orden de
Carmelitas Descalzas y mártir, la cual, nacida y educada en la religión judía,
después de haber enseñado filosofía durante algunos años entre grandes
dificultades, recibió por el bautismo la nueva vida en Cristo, prosiguiéndola
bajo el velo de las vírgenes consagradas hasta que, en tiempo de un régimen hostil
a la dignidad del hombre y de la fe, fue encarcelada lejos de su patria, y en
el campo de exterminio de Auschwitz, cercano a Cracovia, en Polonia, murió en
la cámara de gas.
Patronazgos: co-patrona
de Europa.
Oración: Dios
de nuestros padres, que guiaste a tu mártir Santa Teresa Benedicta al
conocimiento de tu Hijo crucificado y a imitarle hasta la muerte, concédenos
por su intercesión que todos los hombres reconozcan en Cristo a su Salvador y puedan
contemplarte para siempre por medio de Él. Que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén
(Oración litúrgica).
«Nos inclinamos
profundamente ante el testimonio de la vida y la muerte de Edith Stein, hija
extraordinaria de Israel e hija al mismo tiempo del Carmelo, sor Teresa
Benedicta de la Cruz; una personalidad que reúne en su rica vida una síntesis
dramática de nuestro siglo. La síntesis de una historia llena de heridas
profundas que siguen doliendo aún hoy...; síntesis al mismo tiempo de la verdad
plena sobre el hombre, en un corazón que estuvo inquieto e insatisfecho hasta
que encontró descanso en Dios». Estas palabras fueron pronunciadas por el Papa
Juan Pablo II con ocasión de la beatificación de Edith Stein en Colonia, el 1
de mayo de 1987.
Cuando Edith Stein, la
última de once hermanos, nació en Breslau el 12 de octubre de 1891, la familia
festejaba el Yom Kippur, la mayor fiesta judía, el día de la expiación. Esto
hizo, más que ninguna otra cosa, que su madre tuviera una especial predilección
por la hija más pequeña. Precisamente esta fecha de su nacimiento fue para la
carmelita casi un vaticinio. El padre, comerciante de maderas, murió cuando
Edith no había cumplido aún dos años. La madre, una mujer muy religiosa,
solícita y voluntariosa, una persona verdaderamente admirable, al quedarse
sola, debió hacer frente tanto al cuidado de la familia como a la gestión de la
gran hacienda familiar; pero no consiguió que sus hijos mantuvieran una fe
viva. Edith perdió la fe en Dios: "Con plena conciencia y por libre
elección dejé de rezar".
Obtuvo brillantemente la
reválida en 1911 y comenzó a estudiar germanística e historia en la Universidad
de Breslau, más para tener una base de sustento en el futuro que por auténtica
pasión. Su verdadero interés era la filosofía. Le interesaban también los
problemas de la mujer. Entró a formar parte de la organización "Asociación
Prusiana para el Derecho Femenino al Voto". Más tarde escribía: "como
bachiller y joven estudiante, fui una feminista radical. Perdí después el
interés por este asunto...".
En 1913, la estudiante Edith
Stein se fue a Gottinga para asistir a las clases universitarias de Edmund
Husserl, de quien llegó a ser discípula y asistente, consiguiendo con él el
doctorado. Por aquellos tiempos, Edmund Husserl fascinaba al público con un
nuevo concepto de la verdad, la concepción fenomenológica, que implicaba un
retorno a las realidades que están más allá de la conciencia puramente
subjetiva: "a las cosas mismas" -tal era el lema de la escuela
husserliana-. Sin que él lo pretendiera, la fenomenología condujo a no pocos
discípulos y discípulas suyos a la fe cristiana. En Gottinga Edith Stein se
encontró también con el filósofo Max Scheler y este encuentro atrajo su
atención sobre el catolicismo. Pero todo esto no la hizo olvidar el estudio con
el que debía ganarse el pan en el futuro y, en 1915, superó con la máxima
calificación el examen de Estado. No obstante, no comenzó el periodo de
formación profesional.
Al estallar la primera
guerra mundial escribía: "ahora ya no tengo una vida propia". Siguió
un curso de enfermería y prestó servicio en un hospital militar austríaco.
Fueron tiempos difíciles para ella. Atendía a los ingresados en la sección de
enfermos de tifus y prestaba servicio en el quirófano, viendo morir a hombres
en la flor de su juventud. Al cerrar el hospital militar en 1916, siguió a
Husserl a Friburgo en Brisgovia, donde obtuvo el doctorado "summa cum
laude" con una tesis "Sobre el problema de la empatía".
Por aquel tiempo le ocurrió
un hecho importante: observó cómo una aldeana entraba en la Catedral de
Frankfurt con la cesta de la compra, quedándose un rato para rezar. "Esto
fue para mí algo completamente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias
protestantes que he frecuentado los creyentes acuden a las celebraciones. Aquí,
sin embargo, una persona entró en la iglesia desierta, come si fuera a
conversar en la intimidad. No he podido olvidar lo ocurrido". En las
últimas páginas de su tesis de doctorado escribió: "ha habido personas
que, tras un cambio imprevisto de su personalidad, han creído encontrar la
misericordia divina". ¿Cómo llegó a esta afirmación?
Edith Stein tenía gran
amistad con el asistente de Husserl en Gottinga, Adolf Reinach y su esposa.
Adolf Reinach muere en Flandes en noviembre de 1917. Edith va a Gottinga. Los
Reinach se habían convertido al Evangelio. Edith tenía cierta renuencia ante el
encuentro con la joven viuda.
Con gran sorpresa encontró
una creyente. "Este ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la
fuerza divina que transmite a sus portadores... Fue el momento en que se
desmoronó mi irreligiosidad y brilló Cristo". Más tarde escribirá:
"lo que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios. Arraiga en
mí la convicción profunda de que -visto desde el lado de Dios- no existe la
casualidad; toda mi vida, hasta los más mínimos detalles, está ya trazada en
los planes de la Providencia divina y, ante los ojos absolutamente
clarividentes de Dios, presenta una coherencia perfectamente ensamblada".
En otoño de 1918, Edith
Stein dejó la actividad de asistente de Edmund Husserl porque deseaba trabajar
independientemente. La primera vez que volvió a visitar a Husserl después de su
conversión fue en 1930. Tuvo con él una discusión sobre la nueva fe de la que
la hubiera gustado que participara también él. Tras ello escribió una frase
sorprendente: "Después de cada encuentro que me hace sentir la
imposibilidad de influenciar directamente, se agudiza en mí el impulso hacia mi
propio holocausto".
Edith Stein deseaba obtener
la habilitación para la libre docencia, algo que, por aquel entonces, era
inalcanzable para una mujer. A este respecto, Husserl se pronunciaba así en un
informe: "Si la carrera universitaria se hiciera accesible a las mujeres,
la podría recomendar encarecidamente más que a cualquier otra persona para el
examen de habilitación". Más tarde, sin embargo, se le negaría la habilitación
a causa de su origen judío.
Edith Stein vuelve a
Breslau. Escribe artículos en defensa de la psicología y de las humanidades.
Pero lee también el Nuevo Testamento, Kierkegaard y el opúsculo de los
Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola. Se da cuenta de que un escrito
como éste no se le puede simplemente leer, sino que es necesario ponerlo en
práctica.
En el verano de 1921 fue
durante unas semanas a Bergzabern (Palatinado), a la finca de la Señora Hedwig
Conrad-Martius, una discípula de Husserl. Esta señora, junto con su esposo, se
había convertido al Evangelio. Una tarde Edith encontró en la biblioteca la
autobiografía de Teresa de Ávila. La leyó durante toda la noche. "Cuando
cerré el libro, me dije: esta es la verdad". Considerando retrospectivamente
su vida, escribía más tarde: "mi anhelo por la verdad era ya una
oración".
En enero de 1922 Edith Stein
se bautizó. Era el día de la Circuncisión de Jesús, la acogida de Jesús en la
estirpe de Abraham. Estaba erguida ante la fuente bautismal, vestida con el
blanco manto nupcial de Hedwig Conrad-Martius, que hizo de madrina. "Había
dejado de practicar mi religión judía y me sentía nuevamente judía solamente
tras mi retorno a Dios". Ahora tendrá siempre conciencia, y no sólo
intelectualmente, sino de manera tangible, de pertenecer a la estirpe de
Cristo. En la fiesta de la Candelaria, una fiesta cuyo origen se remonta
también al Antiguo Testamento, fue confirmada por el Obispo de Espira en su
capilla privada.
Después de su conversión, lo
primero que hizo fue volver a Breslau. "Mamá, soy católica". Las dos
lloraron. Hedwig Conrad-Martius escribió: "mira, dos israelitas y en
ninguna de ellas hay engaño" (cf. Jn 1, 47). Inmediatamente después de su
conversión, Edith Stein aspira a entrar en el Carmelo, pero sus consejeros
espirituales, el Vicario general de Espira y el Padre Przywara, S.J., le
impiden dar este paso. Acepta entonces un empleo de profesora de alemán e
historia en el Instituto y seminario para maestros del Convento dominico de la
Magdalena de Espira hasta Pascua de 1931. Por insistencia del Archiabad Raphael
Walzer, del convento de Beuron, hace largos viajes para dar conferencias, sobre
todo sobre temas femeninos. "Durante el período inmediatamente precedente
y también bastante después de mi conversión... creía que llevar una vida
religiosa significaba renunciar a todas las cosas terrenas y vivir solamente
con el pensamiento puesto en Dios. Gradualmente, sin embargo, me he dado cuenta
de que este mundo exige de nosotros otras muchas cosas..., creo, incluso, que
cuanto más se siente uno atraído por Dios, más debe "salir de sí
mismo", en el sentido de dirigirse al mundo para llevar allí una razón
divina para vivir". Su programa de trabajo es enorme. Traduce las cartas y
los diarios del período precatólico de Newmann y la obra Quaestiones disputatae
de veritate de Tomás de Aquino, en una versión muy libre por amor al diálogo
con la filosofia moderna. El Padre Erich Przywara, S.J., la incitó a escribir
también obras filosóficas propias. Aprendió que es posible "practicar la
ciencia al servicio de Dios... sólo por tal motivo he podido decidirme a
comenzar una serie de obras científicas". Encuentra siempre las fuerzas
necesarias para su vida y su trabajo en el convento benedictino de Beuron, al
que va para pasar allí las fiestas más importantes del año eclesiástico.
En 1931 termina su actividad
en Espira. Intenta de nuevo obtener la habilitación para la libre docencia en
Breslau y Friburgo. Todo en vano. Compone entonces una obra sobre los
principales conceptos de Tomás de Aquino: "Potencia y acción". Más
tarde hará de este ensayo una obra mayor, desarrollándola bajo el título de
Endliches und ewiges Sein (Ser finito y Ser eterno) en el convento de las
Carmelitas de Colonia. No fue posible imprimir esta obra durante su vida.
En 1932 se le asigna una
cátedra en una institución católica, el Instituto de Pedagogía científica de
Münster, donde tiene la posibilidad de desarrollar su propia antropología. Aquí
encuentra la manera de unir ciencia y fe, y de hacer comprensible esta cuestión
a otros. Durante toda su vida sólo quiso ser "instrumento de Dios".
"Quien viene a mí, deseo conducirlo a Él”.
En 1933 la noche se cierne
sobre Alemania. "Había oído ya antes algo sobre las severas medidas contra
los judíos. Pero ahora comencé de pronto a entender que Dios había puesto una
vez más su pesada mano sobre su pueblo y que el destino de este pueblo era
también el mío". El artículo de la ley de los nazis sobre la raza aria
hizo imposible que continuara su actividad docente. "Si aquí no puedo
continuar, en Alemania ya no hay posibilidades para mí. Me había convertido en
una extranjera en el mundo".
El Archiabad Walzer, de
Beuron, ya no le impidió entrar en un convento de Carmelitas. Durante el tiempo
que estuvo en Espira había hecho ya el voto de pobreza, castidad y obediencia.
En 1933 se presenta a la Madre Priora del Monasterio de Carmelitas de Colonia.
"Solamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana.
Mi deseo es participar en ella".
Una vez más Edith fue a
Breslau para despedirse de su madre y de la familia. El 12 de octubre fue el
último día que pasó en su casa, el día de su cumpleaños y, a la vez, la fiesta
hebrea de los tabernáculos. Edith acompaña a su madre a la sinagoga. Fue un día
nada fácil para las dos mujeres. "¿Por qué la has conocido (la fe
cristiana)? No quiero decir nada contra Él. Habrá sido un hombre bueno. Pero
¿por qué se ha hecho Dios? " . Su madre lloró. A la mañana siguiente Edith
tomó el tren para Colonia. "No podía tener una alegría arrebatadora. Era
demasiado tremendo lo que dejaba atrás. Pero yo estaba tranquilísima, en el
puerto de la voluntad de Dios". Cada semana escribirá después una carta a
su madre. No recibirá respuesta. Su hermana Rosa le mandará noticias de casa.
El 14 de octubre Edith Stein
entra en el monasterio de las Carmelitas de Colonia. En 1934, el 14 de abril,
tuvo lugar la ceremonia de toma de hábito. El Archiabad de Beuron celebró la
misa. Desde aquel momento Edith Stein llevará el nombre de Sor Teresa Benedicta
de la Cruz.
Escribe en 1938: "bajo
la Cruz entendí el destino del pueblo de Dios que entonces (1933) comenzaba a
anunciarse. Pensaba que entendiesen que se trataba de la Cruz de Cristo, que
debían aceptarla en nombre de todos los demás. Es verdad que hoy entiendo mejor
estas cosas, lo que significa ser esposa del Señor bajo el signo de la Cruz.
Aunque ciertamente nunca será posible comprender todo esto, puesto que es un
secreto". El 21 de abril de 1935 hizo los votos temporales. El 14 de septiembre
de 1936, en el momento de renovar los votos, murió su madre en Breslau.
"Hasta el último momento mi madre ha permanecido fiel a su religión. Pero,
puesto que su fe y su firme confianza en su Dios... fue lo último que
permaneció vivo en su agonía, confío en que haya encontrado un juez muy
clemente y que ahora sea mi más fiel abogada, para que también yo pueda llegar
a la meta".
En el recordatorio de su
profesión perpetua, el 21 de abril de 1938, hizo imprimir las palabras de San
Juan de la Cruz, al que dedicará su última obra: "que ya sólo en amar es
mi ejercicio”. La entrada de Edith Stein en el convento de las Carmelitas no
fue una huida. "Quien entra en el Carmelo no se pierde para los suyos,
sino que le tienen aún más cercano; y esto porque nuestra profesión es la de
dar cuenta de todos a Dios”. Dio cuenta a Dios sobre todo de su pueblo.
"Pienso continuamente
en la reina Ester, que fue sacada de su pueblo para dar cuenta ante el rey. Yo
soy una pequeña y débil Ester, pero el Rey que me ha elegido es infinitamente
grande y misericordioso. Esto es un gran consuelo " Escribe en 1938. El 9
de noviembre de 1938 se puso de manifiesto ante todo el mundo el odio que
tenían los nazis a todo lo judío: Arden las sinagogas, se siembra el terror
entre las gentes judías. La Madre Superiora de las Carmelitas de Colonia hace
todo lo posible para llevar al extranjero a Sor Teresa Benedicta de la Cruz. La
noche de fin de año de 1938 cruza la frontera de los Países Bajos y la llevan
al monasterio de Carmelitas de Echt, en Holanda. Allí redacta su testamento el
9 de junio de 1939. "Ya desde ahora acepto con gozo, en completa sumisión
y según su santísima voluntad, la muerte que Dios me haya destinado. Ruego al
Señor que acepte mi vida y muerte... de manera que el Señor sea reconocido por
los suyos y que su Reino venga con toda su magnificencia para la salvación de
Alemania y la paz del mundo... ".
Ya en el monasterio de
Carmelitas de Colonia, a Edith Stein se le había dado permiso para dedicarse a
las obras científicas. Allí había escrito, entre otras cosas, De la vida de una
familia judía. "Deseo narrar simplemente lo que he experimentado al ser
judía". Ante "la juventud que hoy es educada desde la más tierna edad
en el odio a los judíos..., nosotros, que hemos sido educados en la comunidad
judía, tenemos el deber de dar testimonio". En Echt, Edith Stein escribirá
a toda prisa su ensayo sobre Juan de la Cruz, el místico doctor de la Iglesia,
con ocasión del cuatrocientos aniversario de su nacimiento, 1542-1942. En 1941
escribía a una religiosa con quien tenía amistad: "una scientia crucis (la
ciencia de la cruz) solamente puede ser entendida si se lleva todo el peso de
la cruz. De ello estaba convencida ya desde el primer instante y de todo
corazón he pronunciado: Ave, Crux, Spes unica (te saludo, Cruz, única
esperanza)". Su estudio sobre San Juan de la Cruz lleva como subtítulo:
" La ciencia de la Cruz”.
El 2 de agosto de 1942 llega
la Gestapo. Edith Stein se encuentra en la capilla con las otras hermanas. En
cinco minutos debe presentarse, junto con su hermana Rosa, que se había
bautizado en la Iglesia Católica y prestaba servicio en las Carmelitas de Echt.
Las últimas palabras de Edith Stein que se oyen en Echt están dirigidas a Rosa:
"Ven, vayamos, por nuestro pueblo". Junto con otros muchos otros
judíos convertidos al cristianismo, las dos mujeres son llevadas al campo de
concentración de Westerbork. Se trataba de una venganza contra el comunicado de
protesta de los obispos católicos de los Países Bajos por los progromos y las
deportaciones de los judíos. "Jamás había pensado que los seres humanos
pudieran llegar a ser así, y tampoco podía pensar que mis hermanas y hermanos
debieran sufrir así... cada hora rezo por ellos. ¿Oirá Dios mi oración? En todo
caso, oye ciertamente sus lamentos". El Prof. Jan Nota, cercano a ella,
escribirá más tarde: "para mí, ella es, en un mundo de negación de Dios,
una testigo de la presencia de Dios".
Al amanecer del 7 de agosto
sale una expedición de 987 judíos hacia Auschwitz. El 9 de agosto Sor Teresa
Benedicta de la Cruz, junto con su hermana Rosa y muchos otros de su pueblo, murió
en las cámaras de gas de Auschwitz.
Con su beatificación en
Colonia el 1 de mayo de 1987, la Iglesia rindió honores, por decirlo con
palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II, a "una hija de Israel, que
durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica, unida con fe
y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su pueblo". Fue
canonizada por el mismo papa el 11 de octubre de 1998, y un año más tarde,
declarada co-patrona de Europa.
Fuente:
Vaticano
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biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una
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al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel)
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