San Juan Bautista de la
Salle, presbítero y fundador
Fecha: 7 de abril
Fecha en el calendario anterior: 15 de mayo
n.: 1651 - †: 1719 - país: Francia
Canonización: B: León XIII
19 feb 1888 - C: León XIII 24 may 1900
Hagiografía: «Vidas de los
santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: Memoria de san Juan Bautista de la Salle, presbítero, que en Reims, en la
región de Normandía, en Francia, se dedicó con ahínco a la instrucción humana y
cristiana de los niños, en especial de los pobres. Instituyó la Congregación de
Hermanos de las Escuelas Cristianas, a causa de lo cual soportó muchas
tribulaciones, si bien fue merecedor de gratitud por parte del pueblo de Dios.
Patronazgos: patrono de la enseñanza cristiana, de los profesores
y educadores.
Refieren a
este santo: Beato Nicolás Barré, Beato Nicolás Roland
Oración: Señor, tú que has elegido a san Juan Bautista de la Salle para educar a los jóvenes en la vida cristiana, suscita maestros en tu Iglesia que se entreguen con generosidad a la formación humana y cristiana de la juventud. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
El fundador de los Hermanos de las
Escuelas Cristianas nació en Reims, el 30 de abril de 1651. Sus padres
descendían de familias nobles. Bajo la dirección de su piadosa madre, Juan
Bautista dio desde niño muestras de una piedad anunciadora de que, un día,
sería sacerdote. A los once años de edad, recibió la tonsura y, a los
dieciséis, fue nombrado miembro del capítulo de la catedral de Reims. En 1670,
ingresó en el seminario de San Sulpicio, en París; ocho años después fue
ordenado sacerdote. Su noble figura, su educación refinada, su cultura y las
relaciones de su familia, parecían destinar al joven a una brillante carrera de
dignidades eclesiásticas. Pero Dios tenía otros designios sobre él, aunque Juan
Bautista no sospechaba nada hasta el momento en que uno de los canónigos de
Reims, en su lecho de muerte, le confió la dirección de una escuela y un
orfanatorio de niñas, y el cuidado de las religiosas encargadas de ellos.
En 1679, Juan Bautista conoció a Adrián
Nyel, un laico que había ido a Reims a fundar una escuela de niños pobres. El
canónigo de la Salle le alentó cuanto pudo, y así pronto se inauguraron dos
escuelas, tal vez un poco prematuramente. El joven canónigo tomó cada vez mayor
interés en la obra y empezó a ocuparse de los siete profesores que trabajaban
en las escuelas. En 1681 alquiló una casa para ellos, los invitaba a comer a la
suya y, poco a poco, les infundió los altos ideales educativos que empezaban a
tomar forma en su mente. A pesar de que los modales un tanto groseros de los
profesores le molestaban, el santo les ofreció alojamiento en su propia casa
para poder vigilar de cerca su trabajo. El resultado fue desalentador, pues dos
de los hermanos del santo partieron al punto para no convivir con aquellos
palurdos y, cinco de los profesores le abandonaron al poco tiempo, porque no
querían o no podían someterse a la severa disciplina que el santo les imponía.
El reformador supo esperar y Dios premió su paciencia. Al poco tiempo, se
presentaron otros candidatos para formar el primer núcleo de la nueva
congregación. El santo abandonó la casa paterna y se fue a vivir con sus
profesores en un edificio de la Rue Neuve. El movimiento se dio a conocer
gradualmente y empezaron a llegar peticiones de diferentes ciudades para que
enviase a sus profesores. En parte, por razón de sus múltiples ocupaciones, y
en parte también, para no disfrutar de rentas y asemejarse a sus discípulos,
san Juan renunció a su canonjía.
En seguida se le planteó el problema de
cómo debía emplear su fortuna personal, que no deseaba conservar. ¿Debía
consagrarla al desarrollo de la incipiente congregación, o más bien darla a los
pobres? El santo fue a París a consultar al P. Barré, un hombre de Dios muy
interesado en la educación, cuyos consejos le habían ayudado en otras
ocasiones. El P. Barré se opuso absolutamente a la idea de que el santo
emplease sus bienes en su propia fundación. Juan Bautista de la Salle, después
de pedir fervorosamente a Dios que le iluminase, determinó vender sus
posesiones y distribuir el producto entre los pobres. Su ayuda no pudo ser más
oportuna, pues la región de Champagne atravesaba por un período de carestía. A
partir de entonces, la vida de Juan Bautista fue todavía más austera. Como
estaba acostumbrado a comer muy bien, tenía que ayunar hasta que el hambre le
obligaba a comer cualquier platillo, por mal preparado que estuviese.
Pronto inauguró cuatro escuelas. Pero su
principal problema era la formación de los profesores. Finalmente, en una junta
con doce de sus hijos, se decidió a redactar una regla provisional. Según ella
los profesores harían anualmente un voto de obediencia hasta que se viese
claramente si tenían o no vocación. En la misma junta se adoptó para la nueva
congregación el nombre de Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.
La primera prueba que sufrieron fue una epidemia. El santo la atribuyó a su
falta de previsión y convenció a sus hijos para que eligiesen a otro superior;
pero el vicario general de la diócesis le obligó a tomar de nuevo el gobierno,
en cuanto la noticia llegó a sus oídos. A decir verdad, eran muy necesarias la
prudencia y la habilidad de san Juan Bautista de la Salle, pues las
circunstancias iban a hacer que la nueva congregación se desarrollase mucho más
de prisa de lo que se había previsto y que ampliase, al mismo tiempo, su campo
de actividades. Hasta entonces, los miembros de la congregación habían sido
hombres maduros; pero por aquella época empezaron a presentarse candidatos de
quince a veinte años. Por una parte, hubiese sido una lástima rechazar aquellas
vocaciones tan prometedoras; pero por la otra, era imposible que hombres tan
jóvenes pudiesen adaptarse al rigor de una regla trazada para hombres maduros.
Para resolver el problema, san Juan Bautista instituyó, en 1685, una especie de
noviciado. Reservó para los jóvenes una casa especial, redactó para ellos una
regla más sencilla, y los puso bajo el cuidado de un hermano con experiencia,
aunque él conservaba la supervisión general. Pero al poco tiempo, se presentó
otro problema semejante y a la vez diferente: los párrocos de los alrededores
enviaban al santo algunos jóvenes para que los formase como profesores y los
enviase después, a enseñar en sus parroquias. San Juan Bautista fundó otra casa
especial para ese tipo de candidatos y se encargó de su formación. Así quedó
establecido en Reims, en 1687, el primer instituto para la formación de
profesores, al que siguieron el de París (1699) y el de Saint-Denis (1709).
Entre tanto, había proseguido el trabajo
de la enseñanza de los niños pobres en Reims. En 1688, a instancias del párroco
de San Sulpicio de París, san Juan Bautista fundó una escuela en dicha
parroquia. En realidad se trataba de la última de las escuelas fundadas
anteriormente por M. Olier, que se clausuraron una tras otra por falta de
profesores suficientemente preparados. El éxito de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas fue tan grande, que pronto abrieron otra escuela en el mismo barrio.
San Juan Bautista confió la dirección de las escuelas de París al hermano
L'Heureux, hombre muy dotado y capaz, a quien el fundador había escogido por
sucesor y estaba preparando para el sacerdocio. San Juan Bautista de la Salle
tenía la intención de formar algunos sacerdotes para que se encargasen de la
dirección de cada una de las casas, pero la inesperada muerte del hermano
L'Heureux le hizo pensar que Dios no quería que pusiese en práctica ese
proyecto. Después de muchas oraciones, el santo llegó a la conclusión de que la
congregación debía limitarse estrictamente a la enseñanza y que era mejor
excluir de ella las diferencias entre sacerdotes y hermanos. Así pues, el
fundador decretó que ni los Hermanos de las Escuelas Cristianas podían ordenarse
sacerdotes en ningún caso, ni la congregación podía recibir a ningún sacerdote.
Tal vez sea éste el mayor sacrificio que puede exigirse de una congregación
masculina. El decreto sigue en vigor en nuestros días. Durante la estancia del
fundador en París, habían surgido algunas dificultades en Reims. Esto movió a
san Juan Bautista a comprar una casa en Vaugirard, a donde los hermanos
pudiesen retirarse de tiempo en tiempo para recuperar las fuerzas del cuerpo y
del espíritu. Con el tiempo, esa casa se convirtió también en noviciado. Allí
fue donde, hacia 1695, redactó el fundador las reglas definitivas, en las que
hablaba ya de votos perpetuos. También escribió allí su tratado sobre la
«Dirección de Escuelas», en el que su sistema revolucionario de la educación en
las escuelas primarias, que aun produce magníficos frutos en la actualidad,
tomó su forma definitiva. El sistema de san Juan Bautista de la Salle venía a
reemplazar el método de instrucción individual y el llamado «sistema
simultáneo»; insistía en la necesidad de que los alumnos guardasen silencio
durante las clases y daba la debida importancia al aprendizaje de las lenguas
vernáculas, pues hasta entonces el latín ocupaba el primer puesto. Los Hermanos
de las Escuelas Cristianas se habían dedicado exclusivamente a los niños
pobres. Pero en 1698, el rey Jaime II de Inglaterra, que estaba desterrado en
Francia, pidió al santo que abriese una escuela para los hijos de sus
partidarios irlandeses. San Juan Bautista inauguró entonces una escuela para cincuenta
niños de la nobleza. Por la misma época fundó la primera «Academia Dominical»
para los artesanos jóvenes; en ella se impartía la instrucción secundaria, la
enseñanza del catecismo y se consagraba, naturalmente, algún tiempo al juego.
Las Academias Dominicales llegaron a ser muy populares.
San Juan Bautista había tenido que hacer
frente a muchas pruebas. A las defecciones de algunos de sus discípulos se
añadía el rencor de los profesores laicos, quienes consideraban la actividad
del santo como una intrusión en su propio campo. En una ocasión la conducta
imprudente de dos hermanos que ocupaban puestos de importancia, puso en peligro
la vida misma de la congregación. El arzobispo de París recibió quejas de que
se trataba a los novicios con demasiado rigor y mandó al vicario general para
que hiciese investigaciones. Los mismos novicios testimoniaron, unánimemente,
en favor de su superior; pero el vicario general, que tenía ciettos prejuicios
contra la congregación, presentó un informe desfavorable. El arzobispo procedió
a deponer del superiorato a san Juan Bautista, quien acogió la sentencia sin
una palabra de queja. Pero cuando el vicario general trató de imponer como
superior a un extraño, originario de Lyon, todos los hermanos declararon por
unanimidad que su verdadero superior era el P. de la Salle y que estaban
decididos a abandonar la congregación antes de que aceptar a otro.
Posteriormente, el santo les obligó a someterse formalmente; entretanto, el
arzobispo echó tierra al asunto y san Juan Bautista fue, como siempre, el
superior. Poco después, al trasladarse el noviciado de Vaugirard a una casa más
grande en París, así como al fundarse allí unas escuelas relacionadas con él,
los profesores-laicos, los jansenistas y todos los que se oponían a la educación
de los pobres, organizaron un violento ataque contra la congregación. San Juan
Bautista se vio envuelto en una serie de procesos y tuvo que cerrar todas sus
casas y escuelas de París. Al cabo de algún tiempo se calmó la tempestad, tan
súbitamente como se había desatado y, los Hermanos de las Escuelas Cristianas
volvieron a la capital, donde ampliaron todavía más sus instituciones.
En otros países, la congregación se había
desarrollado constantemente. En 1700, el hermano Drolin había fundado una escuela
en Roma. En Francia se habían abierto las escuelas de Aviñón, Calais,
Languedoc, Provenza, Rouen y Dijon. En 1705, se trasladó el noviciado a Saint
Yon, en Rouen, donde se inauguró también un internado y un instituto para
jóvenes difíciles, que más tarde se transformó en reformatorio. Tales fueron
los principios de la congregación de enseñanza más grande que existe
actualmente en la Iglesia. Sus obras comprenden desde las escuelas primarias
hasta las Universidades. En 1717, san Juan Bautista renunció al cargo de
superior. A partir de ese momento, no volvió a dar una sola orden y vivió como
el más humilde de los hermanos. Se dedicó entonces a la formación de los
novicios y de los internos, para quienes escribió varios libros, entre los que
se cuenta un método de oración mental. Era aquella una época particularmente
importante de la espiritualidad francesa. En la obra de san Juan Bautista de la
Salle se advierte la influencia de Bérulle y de Olier, de la «escuela francesa»
de Rancé y de los jesuitas, pero sobre todo, del canónigo Nicolás Roland y del
fraile Nicolás Barré, que eran amigos personales del santo. Uno de los rasgos
de san Juan Bautista que deben señalarse fue su oposición al jensenismo,
manifestada, sobre todo, por la propaganda que hizo a la comunión frecuente y
aun diaria. En la cuaresma de 1719, el santo sufrió varios ataques de asma y
reumatismo, pero no dejó de practicar las austeridades habituales. Poco después
tuvo un accidente que le dejó muy débil. El Señor le llamó a Sí el 7 de abril
de 1719, que era Viernes Santo, a los sesenta y seis años de edad. La Iglesia
demostró su aprecio por el carácter de ese pensador y hombre de acción tan
importante en la historia de la educación, al canonizarle, en 1900. La fiesta
de san Juan Bautista de la Salle se celebra en toda la Iglesia de Occidente. En
1950, Pío XII le declaró celestial patrono de todos los que se dedican a la
enseñanza.
Abundan las buenas biografías de san Juan
Bautista de la Salle, especialmente en francés. Todas ellas se basan en la que
escribió J. B. Blain, su íntimo amigo, en 1733. Entre las obras modernas la más
importante es, probablemente, la de J. Guibert, Histoire de St. Jean Baptiste
de la Salle (1900). Más breves son las biografías de A. Delaire (1900), en la
colección Les Saints; F. Laudet (1929), y G. Bernoville (1944). El esbozo
biográfico de Francis Thompson fue reeditado en 1911. Las obras completas del santo,
traducidas al español y convenientemente prologadas y anotadas, pueden leerse
on line o descargarse del
sitio de la congregación.
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla
con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: https://www.eltestigofiel.org/index.php?idu=sn_1137
No hay comentarios:
Publicar un comentario